Había una vez una rosa roja muy hermosa y bella. Se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Un día se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordeno al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: -"Esta bien, si así lo quieres... "
Llegamos cada día más rápido a lugares donde estamos menos tiempo. Dedicamos nuestra atención más a movernos que a estar. Además, cuanto más nos movemos, menos nos encontramos.
Entre ronquidos y gemidos, el temible dragón arrastra a gran velocidad sobre caminos de hierro los veinte carros tomados de su cola como si fueran livianas criaturas. El dragón arroja chispas y llamas en la oscuridad del túnel. Pero a pesar de tan violento estruendo, un ser humano con su dedo somete al monstruo a su voluntad.
Así relataba, en 1835, el aristócrata alemán Friedrich von Raumer su primer viaje en tren entre Liverpool y Londres. A partir de esa revolución producida en la historia del transporte, vivimos en una cultura dominada por la convicción de que el destino del hombre es la aceleración ilimitada. Esta idea, tomada del mundo de las máquinas en el que vivimos, es la que nos ha trazado como objetivo central el hacer desaparecer la distancia y el espacio.
Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afro-americana, de edad avanzada estaba parada en el hombrillo de una autopista de Alabama, tratando de soportar una fuerte tormenta.
Su carro se había descompuesto y ella necesitaba desesperadamente que la llevaran. Toda mojada, ella decidió detener el próximo carro. Un joven blanco se detuvo a ayudarla, a pesar de todo los conflictos que habían ocurrido durante los 60.
¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu aflicción. Jeremías 2:28.
¿Alguna vez has notado cómo reacciona la gente a la tragedia? Hasta los que no son religiosos tratan de captar la atención de Dios, a quien han ignorado anteriormente. Los relatos de choques de aviones, inundaciones, tornados o huracanes a menudo cuentan de alguien que clama al Señor pidiendo ayuda. Sería muy bueno pensar que el Padre celestial se la pasa esperando esos momentos de pánico para poder enviar al rescate todo el equipo de emergencia del cielo. Pero la Biblia indica lo contrario. Por medio de Jeremías, Dios desafió a su pueblo, que se encontraba en problemas, a buscar ayuda en la hora de la muerte en los ídolos a quienes habían adorado. él quería que vieran lo inútil que es confiar en dioses falsos.