Cuando somos niños malcriados
A veces los hijos de Dios nos comportamos como niños malcriados. Cuando le pedimos algo al Señor en oración hay tres posibles respuestas que el Señor nos puede dar: Si, No, Espera.
Cuando nos responde que sí estamos felices, alabamos su nombre, somos cristianos muy espirituales cuando el Señor contesta nuestras oraciones afirmativamente.
Cuando la respuesta es no, a veces nos comportamos como el niño que viajaba en tren con su madre y su niñera: el niño vio una avispa revolotear contra el vidrio de la ventanilla y comenzó a pedirle a su nana que le diera aquello, la niñera le dijo que no y el niño se puso a llorar, su madre entretenida leyendo una revista ni siquiera sabía lo que pedía su hijo.
El niño seguía pidiendo y llorando y la niñera seguía diciéndole que no. Finalmente la madre sin despegar los ojos de su revista le dijo a la niñera:
- Dele a mi hijo lo que le pide.
- Pero señora es que...
- Le dije que le dé lo que le pide.
No pasó mucho para que el niño estuviera llorando mas fuerte aún por el dolor de la picadura de la avispa.
- ¿No le dije que le diera lo que le pedía?
- Eso hice señora.
Cuando Dios responde negativamente a nuestras oraciones, o no hace las cosas como nosotros queremos que las haga, es para nuestro bien, sólo que a veces nuestro punto de vista es el del niño que le parecía que sería tan bueno tener aquella avispa.
Otras veces Dios nos dice: Espera, pero somos impacientes y queremos todo ya, como el niño que le pedía a su padre una manzana del árbol que había al fondo de la casa, el papá le decía que tenía que esperar, que pronto podría dársela, pero el niño se enfadó con su padre porque no le daba ahora la fruta que el quería. El padre sabía que la manzana estaba verde y le podría hacer daño a su hijo ahora, pero nadie deseaba más que él dársela cuando estuviese madura y lista para comer.
La próxima vez que Dios te diga "no" o "espera" recuerda que los ojos de Dios ven más lejos que nuestros ojos y que el Señor sabe más cosas que las que nosotros sabemos.