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En la primavera de 1995 tuve la oportunidad de hablar en un colegio de secundaria. Cuando la ceremonia terminó, el rector me pidió que me entrevistara con un estudiante especial. Una enfermedad había mantenido a este muchacho alejado del colegio, pero él había manifestado el deseo de conocerme. El rector opinaba que esa entrevista significaría mucho para el niño. Por lo tanto, accedí a su solicitud. Durante el recorrido a la casa de Matthew, así se llamaba el chico, que quedaba a quince kilómetros del colegio, pude averiguar algunas cosas acerca de él. Sufría de distrofia muscular.
"Cuando Jesús miró y vio la mucha gente que lo seguía, le dijo a Felipe: ¿Dónde vamos a comprar pan para toda esta gente? Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había de hacer. Felipe le respondió: Ni siquiera el salario de doscientos días bastaría para comprar el pan suficiente para que cada uno recibiera un poco. Entonces Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es esto para tanta gente? Jesús respondió:
Te comparto esta reflexión personal para que recuerdes que lo que es imposible para ti, para Dios sí es posible.
Hay momentos en mi vida que Dios exige de mí, una entera y profunda confianza en él; digo esto porque en estos instantes estoy pasando por unas situaciones totalmente imposibles y difíciles en las que humanamente hablando no veo una solución inmediata.
La reacción desde el punto de vista humano ante las circunstancias difíciles e imposibles es verlas como olas gigantes que amenazan acabar conmigo, así como le sucedió a Pedro cuando dejó de poner la mirada en el Señor Jesús (Ver Mateo 14:28-31).
Si descubriésemos que nos quedan sólo cinco minutos para decir todo lo que queremos decir, todas las cabinas de teléfono estarían ocupadas por personas diciéndoles a otras que las aman.
Christopher Morley
En un curso para adultos, recientemente hice lo "imperdonable". ¡Di deberes para hacer en casa! La tarea era: "Ir a lo de una persona en la próxima semana y decirle que la quieres mucho. Tiene que ser alguien a quien nunca le hayas dicho esas palabras o por lo menos no durante mucho tiempo".
"Tu, cuando ores, entre en tu aposento, y a puerta cerrada, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te lo recompensará en público" (Mateo 6:6)
Jesús no dijo: "Sueña con tu Padre que esta en lo secreto...", sino "ora a tu Padre...". La oración es un esfuerzo de la voluntad. Después de entrar en nuestro lugar secreto y cerrar la puerta, orar se hace difícil.
Se nos hace difícil concentrarnos y poner los pensamientos en orden.
Tenemos tendencia a divagar. La gran batalla en la oración privada es vencer el problema de nuestros pensamientos ociosos y errantes. Hemos de aprender a disciplinar nuestras mentes y concentrarnos en una oración de voluntad y deliberada.