¿Dónde estoy?

Señor, ¿dónde me encuentro? Miro a mí alrededor y descubro que lo que me rodea es falso, las personas se ven muertas en vida, el odio y el rencor se les ve en sus rostros. Están muriendo, sin remedio; la sangre corre por las calles, se arrastran como perros sin dueño, no hay quien los salve, y sigue, y sigue continuamente. Maldicen, blasfeman, los hijos golpean a sus padres, las madres odian a sus hijos, no hay respeto por nada ni por nadie. Las tiendas son saqueadas y la gente huye, corren no hay escapatoria. Hay llanto, dolor, no ríen, solo lamento.

Y le pregunto al Señor: Señor ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué permites que vea tanto dolor?
Padre ¿es que no me ves? ¿Es que no te importo? ¡No quiero ver, no quiero sentir, sácame de aquí!
No recibo respuesta. Todo se ha quedado en silencio, hasta el mundo se ha quedado mudo. Señor ¿qué pasa? No escucho nada, nadie habla, nadie escucha. Dime Señor, ¿Por qué?
De momento los cielos se estremecen y un ruido electrificante me sacude. Me aterrorizo, ¿qué hago? ¿Adónde voy?
Escucho una voz, dulce, pero fuerte y firme que me dice: "Te he enviado a ser luz en medio de las tinieblas, a llevar el mensaje de salvación. A rescatar esas almas que se pierden y mueren engañadas por el Diablo.
Y todavía tienes la osadía de preguntarme que haces en este mundo, como te atreves a retarme. Te he enviado con un propósito y ya tú lo conoces.
Como le dije a Moisés hace tanto tiempo te digo Yo a ti: ¿Por qué Clamas A Mí? Dile a los hijos de Israel que marchen. (éxodo 14:15) Levántate y marcha hacia la batalla, porque mía es, y yo te respaldo. No estas solo, yo peleare por ti, y estarás tranquilo. Ve marcha ahora, y no me preguntes nada, solo marcha".

"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a TODA CRIATURA. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere será condenado", S. Marcos 16:15.

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