Habíamos estado hablando sobre la necesidad de reconocimiento y valoración. Jorge me había explicado la teoría de Maslow sobre las necesidades crecientes. Todos necesitábamos el respeto y la estima del afuera para poder construir nuestra autoestima. Yo me quejaba por entonces de no recibir la aceptación franca de mis padres, de no ser el compañero elegido de mis amigos, de no poder lograr el reconocimiento en mi trabajo. "Hay una vieja historia "dijo el gordo, mientras me pasaba la pava para que yo cebara, de un joven que concurrió a un sabio en busca de ayuda. Su problema me hace acordar al tuyo.
Cuanto más conocemos mejor perdonamos, Aquel que siente profundamente, siente por la humanidad entera. Madame De Stael.
Craig, uno de mis amigos íntimos en nuestro curso de postgrado en la universidad, es de las personas que irradia energía en el sitio donde está. Acostumbraba poner toda su atención mientras le hablabas, haciéndote sentir increíblemente importante. Todo el mundo lo quería. Un soleado día de otoño, Craig y yo estábamos sentados en nuestro lugar predilecto de estudio. Yo estaba distraído mirando por la ventana cuando divisé a uno de mis profesores cruzando el parque.
Aún no llego a comprender como ocurrió, si fue real o un sueño. Sólo recuerdo que ya era tarde y estaba en mi sofá preferido con un buen libro en la mano. El cansancio me fue venciendo y empecé a cabecear.
En algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en especial, salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones. Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado Muchachas que me han gustado. Lo abrí descuidadamente y empecé a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión, había reconocido el nombre de cada una de ellas: ¡se trataba de las muchachas que a Mí me habían gustado!
Muchas de las cuestiones que plantea la gente en cualquier comunidad cristiana (y la nuestra no es la excepción) se podrían contestar diciendo que todos los creyentes tenemos problemas.
Hay que reconocer que en muchos contextos evangélicos el decir esto esta muy mal visto, cuando alguien comparte sus dificultades y fracasos, otros se le apartan y se le tiene como alguien anormal, porque "los que tienen problemas son los que no conocen a Cristo", "el cristiano no tiene problemas"...
Reír es arriesgarse a parecer necio.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Acercarse a otra persona es arriesgarse a comprometerse.
Exponer nuestras ideas, nuestros sueños ante una multitud es arriesgarse a perderlos.
Amar es arriesgarse a no ser amado.
Vivir es arriesgarse a morir.
Esperar es arriesgarse a desesperar.
Tratar es arriesgarse a fracasar.
Los riesgos deben correrse; el mayor peligro de la vida es no arriesgar nada.