El collar de color turquesa azul

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El hombre que estaba tras el mostrador, miraba la calle distraídamente, una niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió para ver el collar de color turquesa azul.

El dueño del negocio miro desconfiado a la niñita y le pregunto:

Sin dudar, ella saco del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los coloco sobre el mostrador y dijo feliz:

Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa.
Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es el cumpleaños y tengo el convencimiento que quedara feliz con el collar que es del color de sus ojos.
El hombre fue para la trastienda, coloco el collar en un estuche, lo envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.

Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo. Aun no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entro en el negocio.
Coloco sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indago:

Ella no tendría dinero para pagarlo.
El hombre tomo el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, coloco la cinta y lo devolvió a la joven.

El silencio lleno la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.
La verdadera donación es darse por entero, sin restricciones. La gratitud de quien ama no coloca límites para los gestos de ternura. Se siempre agradecido pero no esperes el reconocimiento de nadie.
Gratitud con amor no solo reanima a quien recibe, como reconforta a quien ofrece. Piensa en eso. La vida mejora con cada día que pasa siempre y cuando demuestres una actitud positiva.

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