Dame las personas y toma para ti los bienes

Cuando Abraham, después de rescatar a Lot, su sobrino se encontró con el rey de Sodoma, este, atemorizado frente a la pujanza demostrada por aquel a quien conocemos como el padre de la fe, le propuso: "Dame las personas y toma para ti los bienes". Esto nos hace pensar que cabe distinguir entre una cosa y la otra: entre las personas y los bienes. Entre esta jerarquía de valores, ¿quién tiene la primacía? ¿Las personas o los bienes?

Valga decir que para la inmensa mayoría, aunque no lo expresen en palabras, en su conducta, en el estilo de su vida, nos están indicando que para ellos lo más importante son los bienes. Todo su afán va enderezado a la adquisición de los mismos. Y no logran percibir que esos bienes, que ellos tanto se esfuerzan por aprisionar entre sus manos, son escurridizos. Se nos parecen al ave montaraz y huidiza que en el bosque un hombre corrió para alcanzarla. Por fin la tuvo entre sus manos pero al menor descuido se le escapo. ¡Tanta fatiga en poseer los bienes para después perderlos con tanta facilidad!

Rudyard Kipling se dirigía a una clase graduada de una universidad y les decía: "No os preocupéis por el dinero, ni por el poder, ni por la fama porque un día os encontrareis con un hombre que ya no deseara ninguna de esas cosas y entonces veréis cuan pobres sois". Y una vez le preguntaron a Temistocles, el vencedor de Salamina: - ¿A quien daríais mas gustoso vuestra hija en matrimonio, a un hombre honrado sin dinero a un hombre rico sin honradez? - A esto le respondió Temistocles: - Prefiero hombre sin dinero antes que dinero sin hombre. Es que en fin de cuentas nos quedamos con lo que somos y no con lo que poseemos. Y ahora la pregunta: ¿Qué prefiere usted, las personas o los bienes?

Oración: Señor, esclarece nuestra visión, ilumina nuestro espíritu, para que entre el tumulto de cosas que diariamente se presentan ante nosotros, nos decidamos siempre por aquellas que permanecen. Aquellas que contribuyen, no a aumentar nuestros caudales materiales, sino los espirituales. Las que perduran hasta la eternidad y mediante las cuales somos lo que Tu, buen Dios, quieres que nosotros seamos. En el nombre de Jesucristo lo pedimos. Amen.

Situados en la alternativa de ser o poseer, ¿por cual de las dos nos decidimos?

Tomado de: Luces Encendidas

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