Tener problemas no está de moda

Tener problemas no está de moda...

Muchas de las cuestiones que plantea la gente en cualquier comunidad cristiana (y la nuestra no es la excepción) se podrían contestar diciendo que todos los creyentes tenemos problemas.

Hay que reconocer que en muchos contextos evangélicos el decir esto esta muy mal visto, cuando alguien comparte sus dificultades y fracasos, otros se le apartan y se le tiene como alguien anormal, porque "los que tienen problemas son los que no conocen a Cristo", "el cristiano no tiene problemas"...

Muchas veces se oyen testimonios donde se exagera lo "malo" que era uno antes de ser creyente y se exagera la "felicidad" presente. Posiblemente ni lo uno ni lo otro sea verdad.

La frase de que Jesús es la solución a nuestros problemas es verdad, pero el hecho de que si tus problemas están solucionados es una cuestión abierta.

La imagen que tenemos del creyente medio, puro, entregado al Señor, que da testimonio, que ama y respeta a los hermanos... y si no es así, es que no puede ser creyente.

Y hay que admitir que los ejemplos que leemos en la literatura cristiana es la de unos cristianos felices y "sin problemas" que corresponden más a los ideales filosóficos de nuestros días que a la realidad del Evangelio. Decir que como creyentes no tenemos problemas, es pasar de largo esta realidad...

¿Qué es un creyente?. Es un ser nacido de nuevo. Cuando nos convertimos al Evangelio somos unos "recién nacidos". Y todas las madres (y algunos padres) saben que los bebes necesitan grandes cuidados y atención.

Hechos 20:31, donde Pablo dice que durante tres años, de día y de noche, estuvo exhortando a los Efesios, llorando incluso. Un buen trabajo de estudio bíblico personal es observar el gran espacio que dedica la Biblia al crecimiento y cuidado de los creyentes.

Una de los grandes problemas de nuestras iglesias está en que damos mucha importancia a evangelizar, a que haya decisiones por Cristo, a las conversiones y después se dejan a estas personas con demasiada rapidez a sus propios recursos, diciéndoles que no es posible que tengan problemas, porque Cristo se los ha llevado todos... Pero todos tenemos dudas, fracasos en el amar a los demás, problemas con otros creyentes, falta de dedicación al Señor... Con todo, hemos aprendido a decir que todo va bien. Y no falta quien "anatemiza" al hermano que confiesa tener problemas diciendo que "ha perdido la fe". Pero la sinceridad es una cualidad del creyente y esta sinceridad falta cuando alguien dice: todo va bien, y no es verdad. Lo que necesitamos en nuestras iglesias son auténticos padres y madres en Cristo a los que podamos abrir nuestro corazón y ser sinceros con ellos, que puedan darnos buenos consejos y apoyo...

FIRMADO: UNA PERSONA CON PROBLEMAS.

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