Él te perdona

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9


La vida cristiana es una vida de progreso, no de perfección. Dios  quiere que crezcamos. él sabe que como humanos no podemos alcanzar la perfección.

Cuando tú cometes un pecado, no vuelves a ser un pecador; estás en Cristo, y nada puede cambiar eso. Puede que sientas que cuando pecas, Dios no te perdonará o no querrá tener comunión contigo. Alguien dirá: "Tuve mi oportunidad de ser libre y la perdí". Pero Dios nunca deja de amarnos ni de perdonarnos. Él nunca deja de insistir con nosotros. Él siempre nos acepta.

Floyd McCung Jr. en su libro "El corazón paternal de Dios" nos cuenta una gran historia sobre el amor incondicional de un padre por su hijo.

Sawat había deshonrado el nombre de su padre. Había ido a Bangkok huyendo del aburrimiento de la vida de la aldea. Encontró emociones y popularidad llevando una vida obscena.

En cuanto llegó, visitó un hotel como jamás había visto en su vida.

Todas las habitaciones tenían una ventana que daba al pasillo y en cada habitación había una chica sentada. Las mayores reían y sonreían.

Otras, de tan sólo 12 ó 13 años, o menores aún, parecían nerviosas o atemorizadas.

Aquella visita fue el principio del mundo de prostitución en el que se inició Sawat. Comenzó inocentemente, pero enseguida fue arrastrado como un tronco a la deriva en el curso de un río. La corriente era demasiado poderosa y rápida.

En poco tiempo estaba vendiendo opio a clientes del hotel y turistas. Cayó tan bajo que hasta colaboraba con la venta de niñas pequeñas, algunas de tan sólo nueve o diez años. Era un negocio detestable, y él llegó a ser uno de los más importantes comerciantes jóvenes.

Pero tuvo un golpe de mala suerte. Le robaron y cuando intentaba volver a subir a la cima, lo arrestaron. En el bajo mundo se corrió la voz de que él era un espía de la policía. Terminó viviendo marginado en una casucha por el basurero de la ciudad.

Allí sentado, pensaba en su familia, especialmente en su padre, un simple cristiano de una aldea pequeña del sur, cerca de la frontera con Malasia. Recordó las últimas palabras dichas por su padre cuando partió: "Te estoy esperando". Se preguntó si su padre seguiría esperándolo después de todo lo que había hecho, desacreditando el apellido de la familia.

¿Sería bienvenido a su casa? El estilo de vida de Sawat era bien sabido en la aldea. Finalmente, elaboró un plan. Escribió: "Querido papá: Quiero ir a casa, pero no sé si me recibirás después de todo lo que he hecho. He pecado grandemente. Papá, por favor, perdóname. El sábado en la noche estaré en el tren que va a nuestra aldea. Si todavía me estás esperando, ata un trozo de tela en el árbol que está frente a la casa. Firmado Sawat".

En el viaje en tren reflexionó acerca de su vida en los meses anteriores, estando convencido que su padre tenía todo el derecho de rechazarlo. Cuando el tren estaba llegando a la aldea, se empezó a sentir ansioso.
¿Y si el árbol no tenía atado ningún trozo de tela? Sentado frente a él había un pasajero que se dio cuenta lo nervioso que se había puesto.

Finalmente, Sawat no toleró más la ansiedad y le contó, atolondrado, toda la historia. Al entrar a la aldea, Sawat dijo: "Señor, no me atrevo a mirar. ¿Podría fijarse usted? ¿Y si mi padre no me recibe?"
Sawat metió la cabeza entre las rodillas. "Señor ¿lo ve? Es la única casa que tiene un árbol al frente.

Joven, su padre no ha atado un sólo trozo de tela en el árbol. ¡Mire! ¡Ha cubierto todo el árbol! Sawat casi no podía creer lo que estaba viendo. Las ramas estaban llenas de trocitos de tela blanca. En el jardín del frente, su anciano padre, saltaba jubiloso agitando un trozo de tela blanco y luego corrió junto al tren acompañando su último trayecto.

Cuando el tren se detuvo en la pequeña estación corrió con los brazos abiertos para abrazar a su hijo con lágrimas de gozo. "Te estaba esperando, le dijo."

Dios está siempre dispuesto a esperarte. Su paciente amor y misericordia son inconmensurables. Por supuesto, su deseo es que escojamos el camino hacia la libertad. Las palabras de 1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiamos de nuestra maldad" siempre son verdad. No podemos usarlas excesivamente o gastarlas. Dios nunca va a dejar de insistir contigo.

Jesús nos dice: "Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28:20).

La mentira a rechazar:

Rechazo la mentira que Dios no me perdonará o no me limpiará de mis pecados.

La verdad a aceptar:

Acepto la verdad de que si me pongo de acuerdo con Dios en que he pecado y le confieso a él mis pecados, él siempre me perdona y me limpia.

Oración para hoy:

Querido Padre celestial: Gracias porque siempre puedo venir a ti, porque tú eres fiel y justo y siempre estás dispuesto a perdonarme.

Ayúdame a darme cuenta cuando cometo un pecado y esté pronto a admitirlo, confesarlo y renunciar a él buscando tu perdón. Quiero ser ejemplo para quienes me rodean, por lo tanto, límpiame de mi pecado y permite que tu justicia brille sobre mí. Oro en el nombre de Jesús. Amén.

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